Hablar de Galicia sin mencionar las excelencias de su gastronomía es poco menos que sacrílego y es que, ya sea de Norte a Sur o de Este a Oeste, Galicia está para comerla.
La geografía gallega está llena de delicias culinarias prestas a despertar todos nuestros sentidos, bocados únicos con sabor a mar o la montaña que, en compañía de un bueno vino, se convierten en una razón de peso para amar esta tierra. No importa la estación del año, cada una de ellas tiene sus propios colores, aromas y sabores.
Mientras el melancólico otoño se tiñe de colores dorados, caza, setas y castañas toman protagonismo compartiendo platos exquisitos y dando pie a concurridas jornadas gastronómicas en las principales capitales y villas gallegas.
El verano está marcado por el azul, el azul de las aguas que, dependiendo del estado de ánimo de Neptuno y Eolo, azotan o acarician las costas gallegas. Las excelencias gastronómicas que esconden las rías gallegas no tienen parangón, y disfrutarlas en cualquiera de las muchas terrazas que se asoman discretamente al mar es un auténtico lujo. Aparte de ser prolija en celebraciones gastronómicas, esta época del año también lo es en variedad.
El invierno huele a los productos propios de la matanza. Lacón, chorizos, androllas, oreja o morro dan todo su sabor a platos deliciosos como el lacón con grelos o el cocido gallego.
Sencillez, calidad de sus productos y abundancia son el tres pilares básicos sobre los cuáles se sustenta una gastronomía única, que tiene su máxima expresión en las multitudinarias fiestas gastronómicas que tapizan la geografía gallega durante buena parte del año.