La leyenda de la laguna de Cospeito nos ofrece una reflexión sobre la importancia de la compasión, la generosidad y la responsabilidad moral en nuestras interacciones con los demás. Nos recuerda que incluso los actos más simples de bondad pueden desencadenar milagros y que nuestras acciones tienen un impacto en el mundo que nos rodea.
En Cospeito, en la falda de la montaña pequeña que forma el valle, hay una laguna que llaman «de los patos», y más vulgarmente la laguna de Valverde. Y al lado de ella, en lo alto, se levanta la ermita de la Virgen del Monte, que es de mucho renombre y visitada por la gente de la comarca.
Dicen que en el sitio donde hoy en día está la laguna, había una villa que le llamaban Villa de Valverde, que era muy importante. Parece ser que un buen día llegó a ella un pobre pidiendo posada o aunque fuera, algún cobertizo donde pasar aquella noche. Muchos afirman que era un pobre hombre que iba por las puertas del mundo, otros que era la mismísima Virgen en persona, pero disfrazada. El caso es que nadie tenía lástima de aquel pobre, y a la vista del caso, se marchó del poblado y se fue a una casita que había en la ladera del monte donde vivía una familia que también era muy pobre, aunque honra no les faltaba. Y esta familia le recibió de muy buen grado.
Como no tenían apenas que comer, determinaron matar la única ternera que les quedaba para poder darle de cenar al pobre. Una vez terminaron de cenar, el pobre les pidió que los huesos grandes los echaran en una cuadra, y los huesos pequeños en otra.
Al día siguiente, bien temprano se levantó el pobre y empezó a llamar por el dueño de la casa y instándole a ordeñar las vacas y poner los terneros a mamar. El dueño siguió durmiendo y no le hizo ningún caso, pero el pobre seguía gritando lo mismo, y el dueño se negaba y le decía:
¿Cómo voy a ordeñar las vacas y echar los becerros a mamar, hombre de Dios, si la única ternera que tenía la maté de víspera para hacer la cena de todos?.
Y el pobre contestó:
Tan cierto es que tienes becerros y vacas como que la villa de Valverde se hundió en las aguas.
Y con esto, el pobre desapareció y no se le vio más.
El amo y su familia salieron por la puerta y vieron que, tal y como dijo aquel pobre, la Villa de Valverde se había hundido en castigo por lo mal que le habían tratado. Y luego fueron a las cuadras y encontraron que, en aquella donde habían echado los huesos grandes había vacas y donde habían echado los huesos pequeños había terneras. Ellos se pusieron muy contentos. Pero en el sitio de la Villa de Valverde, todo era una gran laguna, y en el alto del monte había una capilla con una imagen de la Virgen , que por encontrarse en ese lugar le quedó el nombre de la Virgen del Monte.
Hace algunos años, todavía contaban que allá en las profundidades de la laguna y cuando venían las sequías del verano, se veían las chimeneas de algunas casas hundidas y también la torre de la Iglesia, y hay quien dice que hasta se oían las campanas de aquella desgraciada Villa de Valverde.