La mujer lobo

Lobo

La leyenda de la  mujer lobo, nos invita a reflexionar sobre el poder de las palabras, la dualidad de la naturaleza humana y la posibilidad de redención. Nos recuerda que nuestras acciones y palabras pueden tener consecuencias profundas y que, incluso en los momentos más oscuros, siempre existe la posibilidad de encontrar el perdón y la reconciliación.

La mujer lobo: Leyenda

Hubo hace mucho tiempo en Galicia un padre que tení­a varias hijas y una de ellas comí­a mucha carne y cuanta más le daban, más comí­a. Y un dí­a el padre le dijo:

Aún vayas al monte a comer carne con los lobos.

Fue palabra maldita, pues aquella misma noche desapareció sin dejar rastro alguno. Salió y allí­ cerca entró en trance y se convirtió en un hada y a veces andaba de lobo y otras de mujer.

Fue andando hasta que llego al Cebreiro y a las Canellas de Agras de Tosende (Ourense ). Por esos montes anduvo mucho tiempo liderando una manada de lobos, haciendo muchos estragos en las haciendas y en la gente (esto cuando estaba de loba). Su paradero era en el monte del Cebreiro.

Cuando era una mujer encendí­a el fuego y los lobos se juntaban alrededor de ella, y no les dejaba hacer daño a nadie.
Una vez que vení­an los arrieros de Portugal con su cargamento, los lobos se los querí­an comer pero ella nos les dejaba, diciéndoles:

Quietos, dejadlos pasar.

El levantamiento del hechizo

Así­ anduvo mucho tiempo, hasta que le levantaron el hechizo. Le gustaba ir a comer harina a un molino, pero una vez coincidió que el amo del molino estaba dentro, ella se quiso meter por debajo de la puerta , como siempre, y al meter una pata, la vio el molinero y con una navaja se la quiso cortar, al empezar a cortar, ella dio un grito y se convirtió en mujer.

Así­ que se vio mujer, trató de volver a su casa, preguntando de pueblo en pueblo hasta que llegó a la casa donde la recibieron los suyos con mucha alegrí­a.

El verano siguiente, los de Tosende fueron casualmente a segar al pueblo donde ella viví­a; Entonces ésta les preguntó de dónde eran , le dijeron que eran de Tosende y de Aguí­s:

Pues esos pueblos los conozco yo bien y conozco el Cebreiro y las Canellas de Agra.

Ellos le preguntaron que por qué conocí­a esos pueblos.

Pues tuve que andar por allí­ de hada haciendo muchos estragos y por ninguno tuve tanta pena como por un niño que me comí­, y mientras lo despedazaba, él me miraba a la cara riéndose.

Los segadores le dijeron que aún se hablaba por allí­ de esa hada y ahora estaban muy a gusto desde que ella ya no estaba. «