La Reina Loba

La Reina Loba

La leyenda de la Reina Loba nos invita a reflexionar sobre la importancia de la resistencia frente a la opresión y la capacidad de la solidaridad y el coraje para cambiar el curso de la historia. Nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay esperanza en la lucha por la justicia y la libertad.

La Reina Loba – Leyenda

Cuentan que, en la provincia de Orense, vivió una poderosa mujer, tan cruel y soberbia, que era llamada por los campesinos de su señorí­o, «la Reina Loba».

Para su manutención y la de sus allegados, (tan despiadados como ella misma), obligaba a sus súbditos a entregarle, cada dí­a, una vaca, un cerdo, y una carreta llena de otros alimentos.

Las familias campesinas se turnaban en esta entrega de vituallas, por miedo a los servidores de la Loba, que arrasaban e incendiaban casas y cosechas, y asesinaban a todos los habitantes de las aldeas en las que alguna familia se hubiese negado a entregar lo que se les reclamaba.

En este clima de terror viví­a la comarca entera, cuando le llegó el turno de entregar los alimentos al pueblo de Figueirós. Sus vecinos se reunieron en asamblea, y decidieron no pagar un tributo que les arruinaba. Pero decir «»no pagaremos «», no era suficiente, porque la reina mandarí­a contra ellos a sus huestes, y serí­an perseguidos y muertos. Decidieron que si habí­an de morir de hambre o a manos de los sicarios de la Loba, mejor era morir combatiendo contra ella, así­ que se armaron lo mejor que pudieron. Hicieron lanzas y jabalinas, arcos y flechas, tomaron piedras y garrotes, y en la oscuridad de la noche, se pusieron en marcha hacia el castillo de la malvada mujer.

La venganza

La Loba y sus secuaces, dormí­an. Confiados en el terror que infundí­an en la comarca, descuidaron la vigilancia. Nunca nadie se habí­a atrevido a desafiar su poder, ni contaban con que tal cosa pudiera suceder.

Sigilosamente, los vecinos de Figueirós, treparon murallas y abrieron puertas sorprendiendo a los sicarios de la Loba. Un breve, pero encarnizado combate, dio la victoria a los lugareños, que se lanzaron escaleras arriba en busca de su opresora. La Loba, se habí­a refugiado en la torre más alta, pero ninguna puerta era lo bastante segura para resistir a los decididos asaltantes. Cuando vio caer su última defensa ante el empuje de sus enemigos, y no queriendo someterse a quienes ella consideraba sus esclavos, corrió hacia la ventana y se arrojó al vací­o, muriendo destrozada sobre las rocas.

Con su muerte, acabó el suplicio de los habitantes de la comarca, que recordaron durante siglos, en romances y canciones, el valor de los vecinos de Figueirós.