La tragedia del HMS Serpent

HMS Serpent 1887

En el año 1890 fueron más de doce los vapores hundidos en el tramo de litoral que va desde Ortegal a Vigo. Posiblemente el más conocido sea lo que tuvo lugar el lunes, 10 de noviembre, entre la Ensenada do Trece y la Punta do Boi, en Camariñas.

El HMS Serpent, un crucero de tercera clase de la Royal Navy, naufragaba cuando se dirigía a Sierra Leona con escala en Madeira. Sólo tres de sus 176 tripulantes, Erwind Burton, Frederick Gould y Onesiphorous Luxon, salvaron la vida.

Aunque su Comandante, Harry Leith Ross, y parte de su oficialidad se habían manifestado abiertamente en contra de la decisión del mando de largar amarras debido  al fuerte temporal de SO que azotaba al NO de la península, el Serpent zarpaba del puerto de Plymouth el día 8 de noviembre.

El Serpent sufrió las inclemencias del temporal desde lo preciso momento de su partida de Inglaterra. Tenemos constancia de que en l’Ouessant el mar creció hasta el extremo de obligar al Serpent a permanecer al pairo durante varias horas. Los oficiales pensaron en más de una ocasión en dar la vuelta.

El fatal desenlace del HMS Serpent

Entre las 22:30 y las 23:00 horas, el crucero encallaba a menos de media milla de la Punta do Boi y a un cuarto de milla de donde, siete años antes, lo había hecho el Iris Bull, un vapor que, con una carga de 1433 toneladas, había partido de Cardiff con dirección a la India y que había dejado el triste balance de 37 de sus 38 tripulantes muertos.

«El Serpent tembló con el esfuerzo, pero no logró desprenderse del gancho del Boi. Inmediatamente hubo orden de arriar el bote salvavidas, pero un formidable cáncamo de mar levantó la popa del crucero y la aplastó contra la roca»– escribe Juan Campos, autor de la obra «Náufragos de antaño», que describe el naufragio del HMS Serpent.

Llovía y el mar estaba tan enfurecido que el  crucero no era más que un juguete roto que se movía al ritmo que marcaban las olas. Poco a poco esas mismas olas comenzaron a tragar a los tripulantes del Serpent.

Luxon, uno de los supervivientes, relataba en una  carta dirigida a sus padres «Pensé que no valía la pena, y golpeado de acá para allá de esta manera estaba casi muerto; así que fui al puente para protegerme de los hierros que golpeaban por todas partes… no podía ver nada… hasta que la siguiente onda los sacó limpiamente del barco»

Por su parte, Burton relataba en unas declaraciones a la prensa: «Por aquel entonces todos nos dábamos por perdidos, y la vista de tantos camaradas esperando una muerte cierta era tan espantosa, como cabe suponer. Muchos de nosotros empezamos a acordarnos de ser amados que nos esperaban en la casa, y a rezar por ellos y también por nosotros. Trepamos por el mástil cuando el capitán dio la orden, y allí permanecimos esperando nuestro destino»

HMS Serpent: Supervivientes

A Burton lo buscaron en su abrazo temible una serie de ondas, tras arrancarlo de la jarcia y golpearlo contra la cubierta. Pasadas un par de horas en el agua, Burton consiguió ganar tierra en una de las calas de la Ensenada do Trece sin nada más serio que un golpe en la rodilla, y enseguida encontró a Luxon renqueando con un pie destrozado. Ambos ascendieron malamente por una ladera. Tras dos kilómetros de caminata llegaron a la aldea de Pescadoiras, en la parroquia camariñana de Xaviña, al amanecer.  A Gould lo encontraría la primera partida de búsqueda salida de Camariñas al día siguiente vagando por el monte en un estado lamentable.

Luxon, Burton y Gould tuvieron que identificar los 142 cuerpos sin vida y mutilados de sus compañeros que fueron apareciendo en los 45 días siguientes.

Cementerio de los Ingleses

El Cementerio de los Ingleses

A medida que se iban recuperando los cadáveres de los desaparecidos –  algunos de ellos en pedazos –  se les daba sepultura en el cercado donde reposaban los restos de parte de las víctimas del Iris Bull.  El terreno no estaba consagrado ya que la normativa eclesiástica de la época condenaba a los curas que enterraban en suelo sagrado los herejes. El Padre Carrera, párroco de Xaviña, elevó una petición  al Obispo, que le concedió autorización para consagrar el suelo del cementerio que se dividió en dos partes con entradas independientes para católicos 33% y anglicanos 66%.

El domingo 23 de noviembre, se celebró una ceremonia religiosa por el rito católico y anglicano seguida de un acto militar con presencia de dotaciones españolas y británicas.

En marzo de 1891, la tripulación del HMS Lapwing trasladó el agradecimiento de la Reina Victoria al pueblo y sus autoridades mediante una carta que leyeron con la dotación formada en cubierta. La gratitud también se materializó en un reloj de oro para el alcalde, unos prismáticos para el ayudante, un barómetro de mercurio para el pueblo, treinta libras para los que habían colaborado en el rescate (incluyendo los heridos por una explosión de granada) y una escopeta de caza de dos cañones para el párroco.

Según la opinión de Juan Campos, el Cementerio de los Ingleses, donde descansan los cuerpos de las 142 víctimas de la tragedia que pudieron ser rescatados de las aguas, constituye la única necrópolis del mundo dedicada de forma específica a los muertos de un solo barco, aunque cuando se estableció el camposanto junto al arenal do Trece, ya estaban allí enterrados algunos de los 37 fallecidos en el hundimiento del Iris Hull en 1883.

 

El Cementerio de los Ingleses se restauró en 1990 eliminando la división entre católicos y anglicanos.

Costa da Morte

Secuelas

La prensa inglesa de la época, criticó duramente al jefe del almirantazgo, Lord George Hamilton, y al ministro de la Marina por la perdida del buque HMS Serpent, al que, según a misma, habían permitido iniciar un viaje conociendo la fragilidad de dicho navío para enfrentarse,  en la época más peligrosa del año, al temporal citado anteriormente.

A pesar de todo la «Court of Enquiry»  dictaminó que el HMS Serpent se había perdido por un error de navegación apuntando a «claros indicios de que hubo incertidumbre y desacuerdo entre los oficiales sobre su posición exacta y el rumbo a seguir».