La leyenda de de San Andrés de Teixido nos invita a reflexionar sobre la importancia de la humildad, la fe y el destino humano, recordándonos que el reconocimiento divino trasciende las diferencias terrenales y que todos los seres humanos están unidos por un destino común en el plano espiritual.
Además, esta leyenda también nos ofrece una visión reconfortante sobre el destino de aquellos que no visitan el santuario en vida. La idea de que las almas de aquellos que no peregrinaron en vida son llevadas por los animalitos que deambulan por los senderos del santuario, sugiere una creencia en la guía divina y en la misericordia incluso después de la muerte.
San Andrés, que veía como a la tumba de Santiago iban grandes peregrinaciones mientras que a él nadie venía a visitarle, paseaba melancólico sus soledades. Un día se encontró con Jesús que venía a visitarle y éste le preguntó:
Andrés, ¿cómo es que estás tan triste?
San Andrés le respondió:
¡Ay mi señor! A pesar de que yo también hago milagros como Santiago nadie se acerca por estos parajes y está mi santuario vacío.
El Señor le miró y sonriendo le dijo:
No has de ser menos que Santiago. Te prometo que todo el mundo pasará al menos una vez en la vida por tu santuario.
San Andrés preguntó:
Muchas gracias, Señor pero ¿cómo será eso posible?
Porque todo aquel que en vida no viniere, tendrá que pasar por aquí después de muerto.
Por eso nadie molesta a los animalitos que andan por los senderos del santuario, porque dice la leyenda que ellos llevan las almas de los que no peregrinaron en vida.