La historia de Mugares, está profundamente marcada por la huella del promotor de la iglesia de Santa María, Bartolomé García de Baamonde, un clérigo singular que es identificado por José Manuel Iglesias1 como el Pintor de Banga.
La importancia de esta figura, radica en el hecho de que con ella se inicia el desarrollo de la pintura manierista2 en Galicia, y será precisamente con el Pintor de Banga, con el que alcance una de las cuotas más elevadas de la creación plástica gallega de todos los tiempos.
Bartolomé García Baamonde, un hombre de fuerte carácter como acreditan los pleitos que mantuvo, entre otros con los monjes de Oseira y Celanova, procedía de una familia hidalga de acreditado linaje del Ribeiro3. Se formó en la Universidad de Salamanca renunciando a los derechos hereditarios a cambio del pago de sus estudios y sustento.
Bartolomé aparece como rector de Mugares en 1564. En 1570, ya como abad, se llevó a cabo a construcción de la iglesia parroquial y la rectoral, ambas de excelente fábrica, dejando Bartolomé la huella de su blasón. Aquí se retiraría después de la excomunión papal, muriendo en 1581.
El miembro de la Real Academia de la Historia Dalmiro de la Válgoma4 se refiere a él:
Este gran clérigo, de vieja prosapia, construye la actual iglesia, blasonada con su propio escudo, dejando diversas mandas en beneficio del Ayuntamiento local, atribuyéndosele, además, la posibilidad de ser autor de lanas excelentes pinturas murales de dicho templo y su sacristía. Boletín de la Real Academia de la Historia, TOMO CLXXXIV Número I año 1987
Los trabajos del Pintor de Banga, están influenciados, entre otros, por Alciato5, Miguel Ángel6 y, sobre todo, por el pensamiento de Marsilio Ficino7, siendo el neoplatonismo el marco cultural que justifica sus planteamientos artísticos y su mensaje. Resulta sorprendente su conocimiento de la teoría heliocéntrica de Copérnico8 y la destreza con que maneja diferentes pensamientos de la cultura italiana, principalmente de la Academia Platónica florentina9.
Este conjunto de ingenio e intelecto nos sitúan, a la hora de evaluar sus contenidos, delante de un auténtico humanista, capaz de generar imágenes que contienen ambiciosos y variados mensajes.
En el que respecta la iglesia de Santa María de Mugares, parte de su obra puede contemplarse en la estancia ubicada frente la sacristía, hoy utilizada como trastero. Este espacio, cubierto por una bóveda de cañón apuntado, fue probablemente utilizado por Bartolomé como oratorio particular, ya que tenemos constancia de que el abad contribuyó a levantar la iglesia para tener una dependencia de propiedad particular que usaría en el futuro como lugar de enterramiento.
En la pared ubicada al norte podemos contemplar un retablo de dos cuerpos. En el cuerpo superior aparecen representados san Pedro con la llave y san Pablo con la espada, mientras que en el inferior aparecen san Sebastián, un Cristo atado a una columna, y san Bartolomé.
La bóveda de la capilla mayor, de ligadura o lierne, también llamada a veces bóveda estrellada por la forma que generan las ligaduras de conexión, da soporte a diversas representaciones iconográficas. El espacio que hay entre los arcos perpiaños y los terceletes está decorado con las figuras de los profetas Jonás, Daniel, David, Ezequiel, Amós y Joel; las obras que ocupan el espacio entre los terceletes y las diagonales están relacionadas con la naturaleza humana, mientras que las ocho divisiones que componen la clave están dedicadas la diferentes divinidades mitológicas romanas.
Se trata, sin lugar a dudas, de un conjunto pictórico de gran belleza que hace de Santa María de Mugares un lugar de visita obligada para todos los amantes del arte y de la historia.